Descripción
Actualmente, los procesos de democratización del mundo -de la mano de una nueva oleada de derechos humanos- correlacionan con una creciente insatisfacción ante el paradigma social dominante y se expresan en la necesidad de relevar el sentido de vivir juntos y de incluir a todos y todas en los beneficios y promesas de la modernidad. En este contexto, la escuela está fuertemente interpelada a constituirse en un espacio educativo en y para la inclusión, ya no sólo en términos de las denominadas necesidades educativas especiales sino más bien en relación con desplegar procesos inclusivos que legitimen la presencia en la escuela de distintas minorías y formas de ser y de hacer, asentadas en los márgenes de la sociedad. Este desafío supone transformar la mentalidad de las personas, pero también las políticas educativas y la cultura escolar. Sin embargo, diversos estudios y análisis sugieren que no hemos podido otorgarle sentido pedagógico profundo al desafío de la inclusión, una más de las exigencias que la escuela va aglutinando, una al lado de la otra, pero sin razón de ser.